¡FELIZ CUMPLEAÑOS, LEONIS!
¡Gluglú! Sonaba la barriga de Leonis quien empezaba ya a cansarse de jugar con sus amigos en el jardín. Mientras corría detrás de la pelota (y seguir corriendo y chutando le costaba cierto esfuerzo, porque el hambre la estaba dejando realmente agotada) exclamaba:
−¡Qué sed tengo! ¡Qué sed tengo!…
Todavía los ligeros ruiditos continuaban en su tripa hasta que un trago de agua la calmó. Después, se atrevió a decir:
−¡Vamos a merendar!
¡Mmm! Todo estaba buenísimo. La anfitriona y sus invitados disfrutaron de un rico manjar: bocadillos, patatas… ¡y una tarta de chocolate!
Un momento más tarde, Leonis abrió los regalos uno detrás de otro sin parar. Al llegar al último regalo preguntó:
−¿Y de qué sirve un libro con las páginas en blanco?
−Es un diario −dijo Vero−. Sirve para expresar los sentimientos, emociones y pensamientos.
Al principio le pareció una tontería pero luego pensó en la gran cantidad de historias que podría escribir. Y es que Leonis era una niña imaginativa y soñadora (una cualidad que solo conocía su mejor amiga).
Se estaba oscureciendo, así pues, cada uno debía volver a su casa.
−¡Qué bien nos lo hemos pasado! −decían sus amigos−. ¡Nos veremos mañana!
Después de la fiesta de cumpleaños, la paz reinaba en el interior de la vivienda y Leonis se acostó sobre la cama. Entonces, empezó a escribir su primera historia: una aventura, en una tierra lejana, llena de peligros que debía superar.
© 2017 Verónica Serrano Puertas
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