El nacimiento de Alfonso
Esta historia de Cantalpino ocurrió un 5 de julio del 2013, una mañana de viernes, de esas de mercadillo, con gente hasta la bandera, ya que por esas fechas ya teníamos por aquí a los de las “vascongadas” .
Una chica de este pueblo estaba apuntito de ser por primera vez madre, y como era imposible dormir, o mas bien descansar en la cama con esa “panzita” madrugó y se fue con su madre ha comprar la fruta de donde “El Romanito”. Como cada viernes, con la diferencia de que éste no seria un viernes cualquiera, ya que tenia preparada una súper sorpresa a su prima Virtudes junto con todos sus amigos por su 23 cumpleaños.
Cuando volvió del mercadillo algo raro pasó. Algo raro para cualquier persona que no este embarazada, porque en este caso era lo mas normal del mundo ¡HABIA ROTO AGUAS! Pero que no cunda el pánico, era primeriza y también quería ser valiente así que siguió su mañana como si nada, no quería ir a el hospital antes de tiempo y que pensaran que era una más de esas asustadizas madres primerizas. Le dio tan poca importancia que ni si quiera se lo comento a los amigos de su prima Virtudes, para que organizaran la fiesta sorpresa sin ella.
Llegaron las tres de la tarde y esto ya no se podía alargar mas, cogió su bolsa con las cosas del bebe y se fue a el “crinico”, como lo llaman en su casa.
Su prima Virtudes estaba entusiasmada con la noticia. Desde que se entero que Dominica estaba embarazada era feliz y deseaba con todas sus fuerzas ver la carita del bebe.
Las horas se hacían eternas y el pequeño Alfonso no quería venir a este mundo de locos.
Mientras por otro lado los amigos de Virtudes no paraban de preparar la súper fiesta del año, para que a las diez de la noche todo estuviera listo y pudieran sorprenderla. Lo único que había fallado es que nadie se esperaba que el pequeño Alfonso fuera a elegir ese día para venir al mundo.
Llegó la hora, y Virtudes estaba en casa subiéndose por las paredes, deseando que sonara el teléfono y escuchar que todo había salido bien. Pero el teléfono no sonaba y su hermano Sixto la dijo que fueran a dar un paseo para que la noche se hiciera máss corta. Casualidades de la vida pensó Virtudes que se encontró con su amiga Filomena en ese paseo. Pero nada era una casualidad esa noche excepto el nacimiento de Alfonso.
La insistente Filomena consiguió engañar a Virtudes para que entrara en el patio de su casa con la excusa de unos zapatos nuevos de las rebajas del Zara. Todo mentira, al entrar en su patio solo se escuchó un gran ¡SORPRESA! Que dejo a Virtudes con una cara de tonta. Mirara donde mirara estaba rodeada de gente maravillosa. De esa gente que necesitaba esa noche más que nunca, para que las horas pasaran como minutos.
Fue una fiesta increíble, todo fueron risas y mas risas hasta que llego el momento de la tarta, el momento de soplar las velas y pedir el deseo que en aquella noche todos sabíamos cual era. Y es que no podía ser otro, que el nacimiento de Alfonso saliera bien.
Como es costumbre en ese grupo de amigos la tarta está hecha para disfrutar, y nada de cucharillas para comerla, aquí se come con las manos y al final se acaba comiendo con la cara, los brazos, la ropa, hasta que acaba saliendo por las orejas… Fue tan “guarro” ese momento tarta que su amigo Berto no lo dudo ni un minuto y se puso a limpiarlos a todos a manguerazos. Ya os podéis imaginar como acabaron…
Pero lo mejor estaba por llegar, la noche no había echo mas que empezar. Y de todo eso no podía salir nada bueno… Estaban manchados de tarta, mojados hasta la coronilla y con alguna que otra cerveza de más. Y aparecieron las palabras mágicas, ¿a que no hay huevos de colarse en la piscina? A lo cual todos respondieron con un ¿como que no hay huevos?.
No se lo pensaron dos veces. En la de Cantalpino no lo podían hacer. No iba a ser la primera vez y todos ya sabían que saldría mal y a la mañana siguiente estarían arriba en el ayuntamiento con la cabeza gacha y aguantando la risa. Así que la mas cercana era la de Pedroso. Se montaron en los coches y al camino se fueron.
El camino a Pedroso fue tranquilo, se cruzaron un par de liebres y poco más. Había que hacer bien las cosas y por eso aparcaron los coches un poco lejos de la piscina. En silencio y entre alguna que otra risa nerviosa llegaron a la piscina. Lo mejor fue cuando máss de una y de dos se pusieron a saltar la verja, ¡que culazos! Que manera de caerse unos encima de otros, eso era todo un espectáculo. Los más ágiles ya estaban en calzoncillos metiéndose poco a poco dentro del agua mientas otras estaban aún intentando soltar a Pepi de lo alto de la verja, ¡que miedo, se había agarrado a ella con uñas y dientes! Ya estaban todos en el agua, lo habían conseguido, estaban tan relajados que ya se tiraban a bomba sin importarles que cualquier vecino de la zona pudiera escucharlos. Y de repente algún coche que iba a parar la lluvia paso por allí y les faltó tiempo para salir corriendo. Tanto corrieron que por el camino se perdieron bragas y calzoncillos, pero que subidón, se habían bañado en la piscina y ya estaban camino a el pueblo sin que nadie les hubiera pillado.
Pero todo no iba a ser un camino de rosas, un gran bache en el camino Pedroso hizo que del coche de Filomena se callera la rueda de repuesto. Ahora nos tocaba hacer de mecánicos, pero que no cunda el pánico esto lo arreglo yo dijo Filomena, de algo tenían que haber servido tantas horas viendo bricomania. Y en ese mismo instante el móvil de Virtudes empezó a sonar, era su tía Cesárea. Se hizo el silencio en el camino y al instante se escucho ¡YA NACIO ALFONSO! Y a partir de ese momento solo se escuchaban risas y gritos de alegría.
Esta es la historia del nacimiento de Alfonso y del 23 cumpleaños de Virtudes. No es una historia importante para el pueblo de Cantalpino, pero es la historia de la gran noche de unos cuantos jóvenes de Cantalpino.
Virginia Alonso Paz