EL FOTÓGRAFO DE “DOS COLUMNAS”
Autor del artículo: Juan Carlos López Pinto
La cabecera inicial del periódico “Dos Columnas” se iba a denominar “LOS ECOS DEL GUAREÑA”, rememorando a ese río que prácticamente nace en Cantalpino y se adentra muerto de sed en tierras zamoranas y vallisoletanas, por tierras del GUAREÑA que denominan muchos.
Pero mi propuesta de denominar así dicha publicación no se llevó a cabo porque Sebastián Ruano “Chanito” (el de Ade) había solicitado una subvención dentro de una convocatoria de la Diputación para el fomento y difusión de la cultura popular en Cantalpino. Delante del funcionario de turno del Registro de Diputación tramitó la subvención bajo el paraguas y cobijo de Asociación cultural “Dos Columnas” de Cantalpino. Esa ocurrencia tuvo sus frutos y resultó que la Diputación aprobó y concedió una subvención para dicha asociación bajo las premisas de destinarse al concepto de la convocatoria: Fomento y difusión de la cultura popular. CHANO se vio en la encrucijada de tener que justificar la subvención aprobada pues la ayuda tendría que aplicarse y destinarse correctamente. CHANO me pidió colaboración y opinión para ello y, sobre todo alguna idea o proyecto que encajara en dicha convocatoria. Naturalmente, desde mi vocación y formación como periodista le dije: “No te preocupes, hacemos un periódico con información centrada en Cantalpino.
Para armar la justificación de la subvención bautizamos el periódico como “Dos Columnas”, denominación que podría aceptarse de mejor grado en Ciudad Rodrigo, por ejemplo, que tiene en su entrada unas columnas simbolizando su fortaleza, y que aparecen reflejadas en su escudo oficial.
Mi idea de crear el periódico “Los ecos del GUAREÑA” se adaptó entonces a la cabecera “Dos Columnas” por cuestiones meramente burocráticas. El hábito no hace al monje. Y, al menos, nació un proyecto de comunicación que tuvo una extraordinaria acogida y que hoy pervive en formato digital.
ENRIQUE.-
En toda aquella etapa inicial, intensa y gratificante, Enrique Garcia Sierra tuvo un papel fundamental.
Como gran aficionado a la fotografía, le solicité su colaboración y que se encargara de la sección gráfica del periódico. Y así fue, Enrique, fiel a nuestra amistad, familiaridad y a la filosofía del periódico, captó cientos de fotografías que él mismo revelaba artesanalmente en su laboratorio en blanco y negro. Tenía un gusto extraordinario y era bueno. Algunas de sus imágenes formaron parte, después, de una gran exposición fotográfica que organizamos y montamos en las salas multiusos de la planta baja del Ayuntamiento. Pasó todo el pueblo para ver la muestra “Cantalpino, en blanco y negro”.
Hoy Enrique ha muerto después de largos años de sufrimiento a causa de esa maldita enfermedad de Corea Huntington, que provoca un brutal desgaste del sistema nervioso.
A Enrique le quería mucho, por amigo y familiar; su padre es primo de mi madre.
Enrique era una persona llena de luz, un ser espiritual, inteligente, generoso y un gran cantalpinés.
Enrique no era creyente, pero me dejó entrever su fondo más espiritual cuando realizamos el Camino De Santiago desde Astorga junto a su mujer Julia y mi mujer Blanca.
Qué aventura más hermosa, más provechosa. Cuantos abrazos a nuestra llegada a Santiago de Compostela. Hoy el Apóstol te habrá dado un abrazo devolviéndote el que le distes en la catedral De Santiago. Y te habrá presentado al Padre, al que tú has querido verle en el día y hora que tú mismo has elegido.
Como persona llena de luz has querido penetrar hoy en la Tierra de la Luz y se habrán alegrado tu madre Enriqueta y otros tantos cantalpineses a los que se ha llevado esa maldita enfermedad hereditaria.
Dime Enrique: ¿Con quién jugaré este verano esa partida de ajedrez pendiente?
Dime Gendro- como te llamaba tu íntimo amigo Josafat (el de Lirio): ¿Con quién me tomaré esa copa que teníamos pendiente?
Pedazo de “capullo”, te adelanto que me la voy a tomar y brindaré por tí con alguno de los muchos amigos que tenías: Yo creo que va a ser con Josafat.
Te recuerdo en las miles de horas que echamos juntos en el “Dos Columnas” o el verano pasado custodiando conmigo la exposición que organicé a favor de los niños con Cáncer (Pyfano) a partir de las ilustraciones de mi libro de poemas “La luz del relámpago”. Recuerdo aquel día de agosto que me esperaste a cerrar la sala de la exposición y el Ayuntamiento para ir a tomar una cerveza al “Bar España”. Hablábamos de lo escacharrados que estábamos los dos: Tú por la Corea Huntington- vaya puto nombre- y yo con mi hemiplegia por mi daño cerebral a causa de un ictus hemorrágico severo.
No se me olvidarán tus palabras cuando me dijiste que el tiempo que te quedara de vida querías vivirlo con dignidad y sin hacer sufrir a tu familia y amigos. Hoy cobran verdadero significado aquellas palabras, verdadero sentido. Las asumo y las entiendo más.
Te quiero Enrique, porque has colmado un gran cupo de sufrimiento y merecías un descanso, como tú entorno lo merecía también.
Hoy he entendido que eras un gran creyente, un ser espiritual lleno de luz porque has querido abrazar al Padre en Paz y rodeado del cariño de los tuyos.
Más que rezar por tí, hoy necesitamos que reces tú por nosotros. Tú, que has sido un crucificado en vida, hoy nos has dado una alta lección de amor.
Nunca te olvidaré.
Enrique, tú que acostumbrabas a darme un abrazo y dos besos en las mejillas cada vez que nos encontrábamos, antes de entablar esa conversación acerca de la vida, las enfermedades y nuestros proyectos.
Querido hermano, querido primo, apreciado amigo, bendícenos desde el cielo, porque hoy ya somos más huérfanos y tú vacío duele.
Hasta siempre Enrique.
¡Qué cervezón me voy a tomar en tu memoria, fontanero bonachón!
Fotografía adjunta: ENRIQUE GARCIA SIERRA.