Felipe Martín, de artesano silletero a artista de la madera
Las cosas más sencillas en ocasiones se convierten en extraordinarias, así está sucediendo tristemente con las artesanías como modo de vida. En un momento en el que predominan las tendencias virtuales, es casi imposible encontrarse personas que hagan uso únicamente de sus manos como herramienta de trabajo. Esta es una de las peculiaridades que caracterizan a Feliciano Martín, el último artesano silletero de Cantalpino, y a su vez artista de la madera, quien únicamente se ayuda de los utensilios más rústicos y manuales para desarrollar sus habilidades con la madera y el desempeño de la tarea que realiza un silletero.
Este vecino de Cantalpino, hoy ya jubilado, pero no por ello retirado de su pasión, que es el trabajo de la madera manualmente, continúa manteniendo vivo el buen hacer de sus abuelos y a su vez, sigue dedicando horas a su especial destreza con la madera.
Ya casi no hay sillas de espadaña, pero Feliciano Martín aún las repara como se hacía antiguamente, cuando la silla de espadaña era utensilio fundamental en los pueblos. La usaban las mujeres para sentarse en la puerta y tejer durante horas, también para cortar las patatas en época de siembra, e incluso para ordeñar la vaca que había en muchas casas para surtirse de leche. En aquellos tiempos las calles eran de barro y junto al intensivo uso que se daba a las sillas, de vez en cuando había que recurrir al silletero, que la dejaba nueva. En las fábricas de sillas, que en Peñaranda de Bracamonte había, también requerían el trabajo de los silleteros o las silleteras, “porque el tejido de la espadaña sólo se puede hacer a mano”, explica Felipe Martín, de ahí que ahora prácticamente todas las sillas no tengan el asiento de este material que los artesanos extraían en verano de zonas húmedas. Precisamente esta labor, la de recoger esta planta de los pantanos, regatos y otra serie de humedales, hasta hoy es complicada, debido a la normativa vigente, y eso que los silleteros con el acopio de materiales para su trabajo, limpiaban gratuitamente los cauces, algo hoy muy necesario.
Felipe Martín Cascón aprendió el oficio de su abuelo, viendo y ayudando a su padre, Felipe Martín Campo. Ambos nacieron en Cantalpino, pero la familia tuvo que irse a vivir a Villoria, el pueblo de la madre de Felipe Martín, donde su padre ejercía el oficio recorriendo los pueblos, como antiguamente hacían los miembros de diferentes gremios artesanos. Muy joven,a los 17 años Felipe Martín hijo, tuvo que emigrar al País Vasco, pero la vida volvió a traerle a tierras charras, concretamente se asentó en Babilafuente, muy cerca de los manantiales, una zona natural que inspiraría aún más a este artesano y a la vez artista. Las obras de madera que salen de sus manos son muestra de ello. Quizá sean obras de arte útiles, pues Felipe Martín trata de que todas sus creaciones en madera tengan una utilidad. Se trata de objetos que salen de pedazos de madera que se encuentra en el campo o que le llevan a casa. Empezó con la madera de los olmos, que afectados por la grafiosis morían en la zona que él vivía, pero al pasar de los años ha fabricado objetos de muchas clases de madera. En su casa, ahora sí en su pueblo natal, Cantalpino, tiene cientos de obras talladas a mano desde peines, utensilios de cocina, hasta sillas y sillones, todas ellas fabricadas íntegramente por él, con el sello inconfundible del artesano silletero de Cantalpino, Felipe Martín.
J. Holguera