En tiempos de vendimia
El tiempo pasa inexorablemente y con él todo lo que le rodea sufre una metamorfosis, personas, hábitos, costumbres…, y lo que antiguamente era cotidiano se convierte en algo excepcional y raro. Eso es lo que ha pasado en nuestras tierras cantalpinesas con las viñas.
No hace muchos años muchas de las tierras de nuestro término municipal estaban repletas de vecinos que apuraban el mes de Octubre para recoger las uvas de sus viñas. Toda la familia colaboraba en esta labor vendimiando las parras, donde no faltaban los lagarejos y las buenas tajadas acompañadas por el vino sobrante del año anterior, para luego pisarla y prensarla para la elaboración del vino. Y es que casi todo el mundo consumía su propio vino e incluso se vendía a otros paisanos de los municipios vecinos. Tan arraigadas estaban las viñas en nuestro municipio que se contaba con tres guardas que custodiaban las viñas cantalpinesas durante todo el día para que ningún “despistado” se llevara algo que no le correspondía.
Pero la vida de hoy en día poco tiene que ver con la que vivieron nuestros abuelos, e incluso nuestros padres, y las mayorías de las viñas que había en Cantalpino han desaparecido de nuestro paisaje, de hecho en mi familia existían dos viñas hasta hace bien poco. Pero en la actualidad apenas existen algunos nostálgicos que todavía las mantienen y siguen elaborando su propio vino.