¿Dónde está Cantalpino?
Si, ¿Donde está Cantalpino?, yo escuchaba hablar de Cantalpino, pero lo buscaba en los mapas y no lo veía.
Bueno yo decía: ¿Cómo será ese pueblo? ¡Qué ni viene en el mapa!, claro, es que entonces no había internet, ahora con escribir el nombre ya lo encuentras. ¡Dios que lejos está este pueblo!, o ¿era yo la qué estaba lejos?, no sé, por fin conocí a una persona de ese pueblo que estaba tan lejos y que tanto me costaba pronunciar, ¡puff! me lo tuve que aprender bien, porque esa persona me invitó a su pueblo.
Llegó el día de visitar el pueblo, todo el mundo me miraba y yo oía cuchichear ¿Quién es? ¡Es forastera! si, es forastera. Me presentó a su familia, y poco fui conociendo el pueblo y sus gentes, lo que ha cambiado desde entonces, para mejor.
Con respecto al pueblo ahora tenemos las calles asfaltadas (bueno unas si y otras no), tenemos faroles, antes eran farolillos que tenían los vecinos en sus puertas, tenemos biblioteca y teléfono en casa, bares había muchos. Algo tuvo Cantalpino que me quedé y ya pronuncio bien.
Me pasaba que yo iba por la calle y me encontrada con gente que me decía: Yo soy tu tía de tal, yo soy tu prima de cual… ¡Qué de familia me salió que yo no sabía! en cuanto pude llamé a mi madre para preguntarle, y es que resulta que no eran familiares míos, si no de mi novio.
Llegó el momento de casarme y después de la boda ya me instalé aquí y poco a poco me fui integrando al pueblo, ya me considero toda una cantalpinesa.
Llegaron las matanzas y me hicieron una novatada jajajaja, me mandaron al comercio con un cuevano a buscar el abre boca para las tripas y ¡si señor!, me dieron un saco con cosas, cuando volví todos estaban muerto de risa; para atar los chorizos ¡Que mala era!, yo solo quería picarlos, ahora lo hago muy bien.
Antes aquí había poco con distraerse, ahora se vive mejor, compartimos más cosas y nos relacionamos más; cuando moría alguien allí estaba yo con mi cuñada, aunque a veces no conociera ni al difunto, pero era donde se veía más multitud, entonces se velaban los difuntos en las casas, ahora tenemos tanatorio.
¡Y llegaron las águedas!, ahí me metió mi suegra y yo decía: ¿Qué será eso? es una fiesta que preparan las mujeres, yo estaba perdida, pero ahí estuve, y así fui conociendo a más personas más o menos de mi edad, ahora es de otra manera pero lo pasamos bomba igual, aunque el día siguiente nos duelan las caderas, las piernas y los pies o no pudiéramos andar, y si no que se pregunten a mi vecina, que al día siguiente estábamos las dos a base de ibuprofenos, pero ¡que nos quiten lo bailado! luego están las fiestas de pueblo, en la de mayo hacen paella para todos los vecinos y también hay orquestas, pero las mejores son las de agosto, tenemos más días de baile y toros y vienen muchos tenderetes que a los muchachos les encantan, a mi me gusta la churrería.
Así poco a poco iría contando muchas cosas de mi pueblo, pero éstas son sólo algunas de ellas.
Josefa Gamaza López
Segundo clasificado del “I Concurso de Historias y Anécdotas de Cantalpino”