Reflexión de Semana Santa

Tranquilidad, calma, sosiego, silencio… La Semana Santa ha llegado a su fin y con ella se han ido varias sentimientos y emociones que nos han acompañado durante estos días tan intensos.

Porque la Semana Santa es silencio, silencio que nos acompaña durante todas las celebraciones que tienen lugar en estos días y que nos transporta a un universo de meditación y reflexión, silencio que contagia tanto a creyentes como a no creyentes cuando las tallas que procesionan por nuestro pueblo salen a la calle para recordar lo que hace tantos años aconteció. Pero la Semana Santa también es ruido, ruido de trompetas, tambores y resto de instrumentos, ruido que rompe el silencio y nos emociona hasta erizarnos la piel y el alma, trasmitiendo en nosotros miles de sensaciones encontradas. Pero también ruido de gente, bullicio por todos los rincones de Cantalpino que durante esta semana se llena de visitantes y cantalpineses que vuelven a sus orígenes, que inundan el pueblo de alegría y alborozo. La Semana Santa  también se huele, las calles se inundan de un característico olor a incienso, pero también a miel y canela, ese olor de las torrijas que todas nuestras madres preparan durante estos días tan especiales. Hasta que por fin llega el domingo, ese día en el que las campanas rompen a tocar para expresar esperanza y alegría por todo lo que se ha vivido y lo que eso significa. Y tras todo esto, y al igual que el Big Bang, tras esta explosión llega el lunes y con él, el silencio… .

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